Erótica,
sexualidad y trascendencia se definen comúnmente con el mismo nombre: Tantra. La
expansión de la conciencia a través de la experiencia de éxtasis. Arte, culto,
ritual, filosofía, práctica. ¿La finalidad? La sexualidad se posiciona como un
camino para revelar el sentido cósmico del ser humano.
Manejo y
descubrimiento del cuerpo: clave en el Tantra. ¡Usémoslo! Gocemos, disfrutemos,
experimentemos. Se requiere de una apertura mental para conocerse no sólo en un
plano meramente coital sino en un nivel físico, emocional, psicológico y
espiritual.
El
término Tantra significa: red, tejido o tela, o la trama de un tejido. La
cuerda de un instrumento musical. Otra versión lo define como “aquello que
esparce conocimiento”. Se refiere al
conocimiento de la naturaleza (tatwa) y al sonido (mantra) y de ahí,
Tantra.
“Permite descubrir que existen otras maneras
de abordar el encuentro con uno mismo y con el otro. Las personas necesitan
información, aprender a manejar la energía y la polaridad sobre sí mismos.
Conocerse sería el primer paso. La segunda etapa es el encuentro con el otro:
cómo me comporto, cómo interactúo, cómo juego con mi parte seductora y también
cómo me autocensuro por miedo, más común de lo que pensamos”.
Francisco
Cervantes, socio fundador de la Asociación Internacional de Yoga Yoghismo
(AIYY) y experto en temas de desarrollo humano y sexualidad, comparte cuál ha sido
su experiencia con el Tantra después de más de 30 años de conocerlo. Un tema
que falta explorar y, opina, posee el potencial de aportar algo nuevo a la
visión occidental.
“Hablar
de la sexualidad en México sería arriesgado, existen muchos Méxicos. Pero, concretamente
en las ciudades y la clase media veo una necesidad de mejorar la calidad de
vida, y eso implica también al sexo. La vida sexual se deteriora con el tiempo.
El principal riesgo con la pareja es caer en la rutina y, con ello, en el
aburrimiento”.
¿Y cómo
evitar caer en el tedio y la monotonía en el acto sexual? La reinvención. Crear
nuevas posibilidades. Ser innovador. La sexualidad es un asunto de inspiración.
Conquistar cada día a la pareja como si fuera la primera vez. “¡Asómbrame!”
El Tantra
aporta condición física: vitalidad y resistencia. Te enseña “trucos”. En el
hombre el manejo de la respiración para la concentración y el flujo de energía.
En la mujer fortalecer los músculos del canal vaginal. En ambos el
descubrimiento de una potente energía sexual. A partir de su visión y sus
prácticas, el Tantra, nos enseña posturas
(asanas) y técnicas respiratorias.
Comunicarse
mediante la mirada, los besos, las caricias, los arrumacos es parte del Tantra.
“Comunicación física, emocional, espiritual y mental”, explica Cervantes. Se
requiere complicidad con la pareja, estar en sintonía con el otro. Va más allá
del acto coital, hay muchos juegos eróticos antes, durante y después del sexo,
permiten conocerse más mediante la exploración del cuerpo.
“Mi
experiencia ha sido muy enriquecedora, he practicado Tantra con una o dos
personas que estaban en el mismo nivel que yo: disciplina [yoga] y alimentación
vegetariana. Me permitió sobrepasar límites, entregarme con pasión y vivir una
experiencia sexual plena. Para mí la finalidad es agradar y agradecer al
compañero con quien se practica”, recuerda Carlos Armando Álvarez, practicante
de Yoga y Tantra hace más de 10 años.
¿Mística
o simplemente un acto sexual?
La
trascendencia es el fin último del Tantra. Implica amor. Incluir en el menú
sexual los rituales tántricos. “Voy a entrar a mi templo y le rendiré, mediante
el acto sexual, tributo. Esa es la visión del Tantra”, explica Carlos Armando. El
cuerpo es un santuario, principal enseñanza que nos deja. No se habla de una
religiosidad sino de una espiritualidad, la cual radica en uno mismo.
En la
práctica, la mujer adquiere protagonismo como la generadora de vida; se
reconoce su capacidad de encauzar a su compañero para que descubra un cuerpo
sexual más amplio que solamente los genitales −a diferencia de la visión
machista que predomina en Occidente−.
“Es una
maldición, la educación machista, tanto para el hombre como para la mujer. Si
un compañero no responde un día pasa de ser el macho alfa a ser carroña en la
cadena alimenticia. En el sexo tántrico la mujer también pone de su cosecha”, menciona
Cervantes con un tono de broma.
En el
Tantra todo lo contrario, tan es así, que las escuelas tántricas en la India
eran exclusivamente para la mujer. Ésta simboliza el cosmos. Es la diosa Dakini
(deidad hindú), la creadora, la inspiradora de una entrega total. No es pasiva,
se mantiene activa durante todo el ritual. A la vez, el hombre es un dios,
Krishna (deidad hindú).
La
frase: “el Tantra se pierde en la noche de los tiempos” es real, se funde con
las múltiples tradiciones de la erótica mística y las diversas prácticas del Yoga
en la India. Las primeras noticias de los textos del Tantra pueden ubicarse a
partir del siglo V antes de nuestra Era. A partir de su aparición, la práctica
ha adoptado ideas y conceptos de diferentes culturas. Japón, China (durante la
dinastía Tang) e, incluso, la religión musulmana –aunque ha llegado a ser uno
de sus principales enemigos−.
¿Y cómo
lo recibe Occidente?
Libertad,
rebeldía, permisibilidad, descubrimiento. El ambiente de los años 60 fue un
escenario perfecto para la puesta en escena del Tantra. Después de sufrir dos
guerras mundiales que despertaron conciencias, la gente estaba en busca de algo
nuevo, de respuestas y formas de vida diferentes: drogas, música explosiva,
psicodelia y, con ello, el Yoga. Protagonistas de una etapa que cambió la
sexualidad.
Existen
muchas variantes de las prácticas tántricas. ¿La constante? Elogiar el cuerpo. Innegable:
el arte del Tantra ha demostrado su fuerza a numerosas personas que no habían tenido
un acercamiento con la visión tántrica.
Muchos occidentales,
a pesar de no sentir interés en absoluto por el pensamiento oriental, han
reaccionado de manera directa y positiva ante esta práctica, porque les ofrece
un conocimiento del propio cuerpo y un redescubrimiento de su sexualidad. La
filosofía tántrica nos dice un rotundo “¡Sí!” frente a posturas contrarias de
prohibiciones e inhibiciones. Sí a los placeres. Sí a la vida. Sí al sexo.
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