Muchas tecnicas
contemporáneas de yoga, con amplia difusión, se ubican en esta dimensión. La
forma del cuerpo, su alineación, la elongación de cadenas musculares, el
estímulo al sistema circulatorio, un primer impacto al sistema nervioso.
Fuerza, velocidad, resistencia, equilibrio… Son algunos de los aspectos básicos
implícitos en el Ghathasta.
Cuando hagan la pregunta:
¿que estilo de yoga practicas?, en el fondo tu sabes que la pregunta es
bastante limitada. Están esperando casi una marca comercial, de la dimensióm psicofísica que abarca de
hecho muchas técnicas particulares, y representan las bases iniciales del yoga,
ni más, ni menos.
Pero en el linaje del
Yoghismo, tienes la tarea de avanzar y conocer
el Antaranga, que es la visión y la practica interna, profunda, del yoga. La conforma, en
este sistema el Hatha – Kriya Yoga.
Muchos hablan de practicar
Hatha Yoga, pero realmente se ubican en la dimensión psicofísica. El Hatha – Kriya Yoga es la dimensión que
puede cambiar realmente tu vida. La entrada y la salida de esta práctica
interna la constituyen el Prānasamyama y el Āsana Samyama. El manejo de la
energía hacia una consciencia lúcida.
El Hatha – Kriya Yoga es una vía para que nuestra energía fluya
liberada de los condicionamientos y de las rutinas introyectadas, con el fin de
descubrir nuestro ser verdadero.
Hace miles de años, en
diversos puntos del planeta, en épocas diferentes ̶ y tal vez en muchos casos al mismo tiempo
̶ el ser humano quiso entender el
sentido profundo de la vida a través de la comprensión de las incontables
formas de la Naturaleza.
El desarrollo de la
consciencia tuvo un momento especial, cuando el ser humano se da cuenta de los
múltiples cuerpos físicos, visibles, tangibles que le rodeaban; implicó el
comienzo de comprender en su propio cuerpo los sentidos secretos y ocultos en
la Naturaleza. -¿Cuál es el sentido de un árbol, de un ave, de
una serpiente, del arco creado por los cazadores, de una flor?
Cuando el ser humano
descubrió de forma consciente las propias fronteras visibles de su cuerpo
frente a lo otro tangible, visible, le permitió trascender sus propias
concepciones de sus límites aparentes y de los espacios vacíos entre uno y
otro.
Mi cuerpo tiene una forma
distinta, particular, luego entonces, ¿tendrá un sentido?
Mi cuerpo se tensiona en
cierta zona, es flexible en otra, es frágil, es fuerte… ¿ello tiene un sentido?
¿Un por qué?. En esta búsqueda de sentido, los yoghis fueron construyendo una
forma profunda de conocimiento a través de cientos y, tal vez, miles de años.
Así, el yoga construyó, de
generación en generación, múltiples visiones de lo que es conocible y de lo que
es imaginario y transitorio. Por cada visión, se construyó una tradición, el Hatha – Kriya Yoga, sustentada en un
acompañamiento, en un linaje Yóghico.
Estable y confortable, dice
la Tradición.
Ello generó un resultado
sorprendente, poderosamente subjetivo, poderosamente intangible. El proceso de
la realización y del control de la āsana nos permitió la experiencia y la
realización de observar el movimiento de la mente frente a la flor y frente a sí
mismo. Luego vio que la flor y su pensamiento eran diferentes a la
experiencia de darse cuenta.
Descubrió el proceso de la
conciencia de sí mismo, frente al pensamiento ordinario y a la flor, ambos
frente a él, y se dio cuenta que podía efectuar un primer movimiento con su
mente.
Al eliminar los obstáculos
de la mente condicionada, logró una primera experiencia: la estabilidad de la
postura; logró el āsana samyama. Física y mentalmente. Encontró que la āsana le
permitía entrar en una dimensión nueva: la consciencia total en la inmovilidad
del cuerpo.
La āsana se transformó y le
dejó experimentar la tranquilidad. Āsana Jeyja, la inovilidad total física de
una āsana es la forma que nos señala la tradición para entrar a la consciencia
total.
La pausa es el paso previo
que nos permite experimentar el momento como tal y no como sucesión
indiscriminada de momentos. Es a veces fugaz, a veces permanente; es vivir sin
expectativas.
Y la experiencia del momento
es una pausa, es la experiencia del presente.
La āsana inmovil produce una
enorme movilización de la energía de nuestro cuerpo.
Por ejemplo padmāsana, como
toda āsana, oculta una ruta y un sentido del movimiento interno de la energía.
Aun cuando aparentemente no esté pasando nada. Pero padmāsana en pausa permite
encontrar la clave profunda de esa āsana: armonia, equilibrio, belleza, y
develar el poder de ubicarnos por encima de lo ordinario.
Hay movimientos de energía
de inmovilidad inconsciente. Hay movimientos de energía de turbulencia. Hay
movimientos de energía en el silencio y la mente lúcida.
Los Hatha – Kriya Yoghis describen nuestro cuerpo como un entramado
complejo de canales de energía, los cuales se interconectan en centros
generadores, transformadores y obstaculizadores de la energía.
El Hatha – Kriya Yoga transforma la energía de lo denso a lo sutil;
libera los diversos obstáculos, y le da sentido y ritmo a tu vida.
La experiencia de la āsana
implica que nuestro cuerpo energético es
todo nuestro cuerpo. Y esta experiencia genera alegría.
La atención profunda es ekāgrata: sucede cuando vivimos una
experiencia diferente de nuestra corporeidad.
Nuestro cuerpo se devela como tangible o intangible.
La
atención plena implica un equilibrio mediante un ekāgrata firme y estable. Al
adquirir la experiencia del ekāgrata en una āsana, el practicante devela su sonido personal
(mantrā).
Hatha – Kriya Yoga es la entrada y la salida al Raja Yoga, lo que permite al
practicante la experiencia de penetrar en los planos sutiles del sí mismo. Y
ello amplía nuestra propia identidad del Ser, más allá de la persona.
En un camino transpersonal.
El darsana de los Maestres para todos
Adrián Marcelli
Facebook: Adrian Marcelli
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